jueves, 14 de febrero de 2013

MICROCUENTOS PUBLICADOS.


Microcuento incluido en la Antología de iniciativa y prólogo de la Escritora Pía Barros, "¡Basta! 100 mujeres contra la violencia de género". (Agosto 2011)






Posteriormente, la 2ª edición, incluye más mujeres escritoras y aparece con el nombre de "¡Basta!  + de 100 mujeres contra la violencia de género" (Enero 2012). 
 Fue reeditado y traducido al idioma Inglés.



"HOY DECIDO"

He vivido la pesadilla de perderse, de no encontrar el motivo de todo o nada. El dolor ha cerrado mis sentidos, surca mi cerebro golpeando en mis venas.

Vuelvo a soñar con mi imagen desgastada, raída por el tiempo, la incomprensión y las pérdidas. Soy una cabellera enmarañada, un rostro repugnante, pobre. Y te veo ahí, siempre en el umbral, con las piernas abiertas, seguras las manos y la mirada controladora. Tu identidad intacta, tú en mi laberinto sin perderte. Ésa es la pesadilla de la que quiero descansar.

Estoy harta de morir y no acabarme nunca. Los acantilados me llaman, las olas ríen, arrastro mis pasos y veo agonizar el mundo a mis pies.

Quiero creer que hoy empiezo. Hoy me limpio de tu sonrisa irónica y encontraré lo que he olvidado de mí en ti.
Hoy me pertenezco.







Microcuento incluido en la Antología de iniciativa y prólogo de la Escritora Pía Barros, "¡Basta! + de 100 cuentos contra el abuso infantil". (Septiembre 2012).
Fue posteriormente editado en traducción al Inglés.







EL CUARTO OSCURO.

Era el más desordenado de la clase, el más rebelde. Sus ojos pícaros parecían no entender nunca los reclamos de "los grandes". Para él la vida era un juego y los días pasaban lentos.

Llevaba un cuaderno y un lápiz en su mochila casi vacía.

La tía Rosa hablaba sin parar. Rompía una y otra vez sus dibujos y sus intentos de soñar despierto; perdía la paciencia y él terminaba como siempre bajando las escaleras castigado al cuarto oscuro.

Avergonzado y triste llegó a su casa, esperando una sonrisa, cayó la tarde y sobre él los gritos, los rostros desfigurados, el dolor de los golpes, pero ya llegaría la mañana. Entraría de nuevo al cuarto oscuro que todos temían, pero él bajaría corriendo los peldaños, con los ojos tristes y la sonrisa oculta en los bolsillos. Tranquilo para soñar.