Dos poemas y un microcuento, del Libro Colectivo del Centro Cultural Fernando González-Urízar de Concepción. Editado y compilado por el poeta Tulio Mendoza Belio.
Ediciones Etcétera, Concepción, Chile. Año 2022. ISBN: 978-956-7821-98-3.
“REGALOS”
Todo se mueve.
Se mueve a un ritmo apresurado.
Sonidos hermosos, voces interminables.
Trinos de pájaros. Tórtolas entre las ramas.
A lo lejos, se quiebra el verde: desolación, vacío,
imperturbables, los cerros se dibujan…
¿Acaso dejamos de soñar en esas tierras?
Novedad de ocasos ausentes de sonrisas.
Sobrevienen recuerdos tibios bajo los naranjos.
Crecieron ante mis ojos con dulzura ilimitada:
eucaliptus, rosas, aromas y colores,
a manos llenas, por doquier, a cada paso.
El aire, las nubes, la rosada claridad del primer día
y el canto de los grillos sobre mi noche.
Cantos de savia nueva en la copa de los árboles.
Vida, gracias, por tus regalos.
CONDENADA
¿Desde qué obscuro tiempo emerges silenciosa y triste,
con tu mirada que nos llena de preguntas sin respuestas?
Has cubierto tu espalda con un manto de granate y verde
que cae sobre tus hombros descuidadamente.
Finas hileras de collares
dibujan círculos alrededor de tu cuello.
El velo celeste-grisáceo cubre tu cabeza
y con lazos infinitos abraza tu cuello
dejando escapar sobre tu blusa blanca y delicada,
hermosos rizos de infantil cabellera.
Te has vestido de prisa y late agitado tu corazón.
Aprietas tus labios en un mudo gesto de reproche
y fijas tus ojos claros, transparentes, con indiferencia.
Te duelen los sueños heridos, quebrados,
te duele la infancia perdida y marcada en tu frente…
Hay un hilo filoso que atraviesa de lado a lado,
marca indeleble que te funde con el fondo del cuadro,
el fondo de la vida, prisionera en la pintura, condenada a no salir jamás.
"TIEMPO DECISIVO: TIEMPO FINAL
Terminó de pintar con un hermoso color “sandía” que habían elegido juntos. Todo parecía tan perfecto hasta antes de su partida… sus palabras y risas, retumbaban en la pieza y nada hacía presagiar lo sucedido.
El tiempo es impredecible, da vueltas, se mueve y juega en espiral, se ríe de nosotros y nos confunde aunque creamos conocerlo. Apostamos al equilibrio de la cuerda floja y de pronto… todo, todo muda, todo desaparece del presente que amamos. No hay pasado, no hay presente… solo un futuro incierto y perdido en la noche.
Pero, este instante de incertidumbre, tiene un nombre extraño que me niego a pronunciar, un nombre con letras y números que marca nuestro andar y nos enseña a ser lejanos entre la multitud; la “pandemia”, nos mueve aunque no queramos, cambia nuestro mundo…
Por eso, ese día-tarde-noche se hizo interminable.
Magdalena caminó despacio haciendo el recorrido completo del lugar, pesando cada hora vivida y recordando lo que fue y lo que no estaba segura de haber hecho bien o mal.
Miraba cada rincón y la pintura húmeda seguía goteando por las esquinas, igual como sus lágrimas, había quedado sola, estaba muy sola consigo misma, en el lugar que escogieron para dos y que hoy, después de aquella partida irreversible, será el último espacio que verán sus ojos.
Quisiera no estar allí, quisiera que no fuera esa, la habitación de su confinamiento final.