miércoles, 9 de noviembre de 2022

de "MURMULLO DE AGUAS".


 Libro compilado por Lidia Mansilla Valenzuela, 2022 


                                                            ME TRANSFORMO


Con cuánta fuerza se desliza el agua del rio sobre las piedras, con cuánta alegría canta mientras alimenta las hierbas que lo miran crecer y cuánto es el amor de las hierbas por el rio, que las corta, las arrastra cuando se siente fuerte y las deja secar cuando se agota y se vuelve pequeño…

Las piedras del rio se mueven y las hierbecillas se balancean felices al ritmo de su canción, es el otoño, el mar es mi espejo y en el me veo (¿las hierbas alcanzan alguna vez el mar?)

El rio se esfuerza por arrastrar las hierbas protegidas tras las piedras y la brisa no deja que escuchen la voz que dice “quiero”…

Luego me deslizo entre las rocas, broto en manantial, recorro los cerros, me aquieto y desciendo transformada en lagos, ríos, canales; algo nuevo y diferente llena mi ser.

Soy agua del cielo, de nubes, de lluvia. 

Retorno del estanque del deseo y desconozco todo: sin orden, sin tiempos ni recuerdos.

Nace limpia el agua en tus ojos sombríos y una lágrima tuya moja mis mañanas; tan dulce emerger me vuelve fuerte. 

Soy dura destrozando lo que encuentro, con movimientos livianos, desde profundidades desconocidas.

Vengo del océano libre y voy de vuelta en un mar de silencios absolutos. 

Vengo desde lo que palpo y percibo dulcemente. 

Corporalidad acuosa, soy por siempre.




sábado, 8 de octubre de 2022

de "AÚN TENEMOS POESÍA, CIUDADANOS".


 


 Dos poemas y un microcuento, del Libro Colectivo del Centro Cultural Fernando González-Urízar de Concepción. Editado y compilado por el poeta Tulio Mendoza Belio. 

Ediciones Etcétera, Concepción, Chile. Año 2022.  ISBN: 978-956-7821-98-3.


 “REGALOS”



Todo se mueve.
Se mueve a un ritmo apresurado.
Sonidos hermosos, voces interminables.
Trinos de pájaros. Tórtolas entre las ramas.

A lo lejos, se quiebra el verde: desolación, vacío,
imperturbables, los cerros se dibujan…
¿Acaso dejamos de soñar en esas tierras?
Novedad de ocasos ausentes de sonrisas.

Sobrevienen recuerdos tibios bajo los naranjos.
Crecieron ante mis ojos con dulzura ilimitada:
eucaliptus, rosas, aromas y colores,
a manos llenas, por doquier, a cada paso.

El aire, las nubes, la rosada claridad del primer día
y el canto de los grillos sobre mi noche.
Cantos de savia nueva en la copa de los árboles.
Vida, gracias, por tus regalos.


                                                                        CONDENADA


¿Desde qué obscuro tiempo emerges silenciosa y triste, 
con tu mirada que nos llena de preguntas sin respuestas?

Has cubierto tu espalda con un manto de granate y verde 
que cae sobre tus hombros descuidadamente. 
Finas hileras de collares 
dibujan círculos alrededor de tu cuello.

El velo celeste-grisáceo cubre tu cabeza 
y con lazos infinitos abraza tu cuello 
dejando escapar sobre tu blusa blanca y delicada, 
hermosos rizos de infantil cabellera.

Te has vestido de prisa y late agitado tu corazón.
Aprietas tus labios en un mudo gesto de reproche 
y fijas tus ojos claros, transparentes, con indiferencia.

Te duelen los sueños heridos, quebrados, 
te duele la infancia perdida y marcada en tu frente… 

Hay un hilo filoso que atraviesa de lado a lado, 
marca indeleble que te funde con el fondo del cuadro, 
el fondo de la vida, prisionera en la pintura, condenada a no salir jamás. 



   "TIEMPO DECISIVO: TIEMPO FINAL


Terminó de pintar con un hermoso color “sandía” que habían elegido juntos. Todo parecía tan perfecto hasta antes de su partida… sus palabras y risas, retumbaban en la pieza y nada hacía presagiar lo sucedido.

El tiempo es impredecible, da vueltas, se mueve y juega en espiral, se ríe de nosotros y nos confunde aunque creamos conocerlo. Apostamos al equilibrio de la cuerda floja y de pronto… todo, todo muda, todo desaparece del presente que amamos. No hay pasado, no hay presente… solo un futuro incierto y perdido en la noche.

Pero, este instante de incertidumbre, tiene un nombre extraño que me niego a pronunciar, un nombre con letras y números que marca nuestro andar y nos enseña a ser lejanos entre la multitud; la “pandemia”, nos mueve aunque no queramos, cambia nuestro mundo…  

Por eso, ese día-tarde-noche se hizo interminable.

Magdalena caminó despacio haciendo el recorrido completo del lugar, pesando cada hora vivida y recordando lo que fue y lo que no estaba segura de haber hecho bien o mal.

Miraba cada rincón y la pintura húmeda seguía goteando por las esquinas, igual como sus lágrimas, había quedado sola, estaba muy sola consigo misma, en el lugar que escogieron para dos y que hoy, después de aquella partida irreversible, será el último espacio que verán sus ojos.
                 
Quisiera no estar allí, quisiera que no fuera esa, la habitación de su confinamiento final.