jueves, 21 de febrero de 2013

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Publicado el año 1978 en la Antología "Nosotros" 
del Taller Literario del Ministerio de Educación.


POEMA 1. 

Deja que siga tu luz cayendo sobre mis silencios.
Quiero sumergirme aun más entre dorados cielos,
entre blandas palabras y volver...
volver algún día, en algún tiempo.

Tu mirada rosada, acariciante,

simula entre las piedras, claridad;
dubitativo andante de las horas
vuelves y terminas al pasar.

Déjame volver como tu mismo

en cantos, siglos o en una tempestad;
deja que llene este lugar mi alma,
que tan solo un día me crea inmortal.

Comprime mis ideas en mi boca,

abeja que murmura y no se sabe callar;
igual es mi cerebro, calcula eternamente
cada latido fuerte del corazón al mar.

Son tantos los latidos

y aún pasan las horas...
detén el tiempo hoy día
y no me dejes pensar.

Aún quiero encontrarme, continúo mi espera;

aún mi cuerpo todo quiere volver al mar
y la noche demora su curso entre silencios,
el tiempo me sonríe... no digas que se va.



CONTIGO A SOLAS.

Otra vez aquí - dice mamá – ya verás que esta vez no llega.
Y sigo esperándote acurrucada junto a la ventana; ¿ si estoy cómoda  – que se yo. Ojalá te guste mi peinado y… ¿hasta que hora crees que te voy a esperar? ¿Qué diez minutos es suficiente? quince por favor…

Pero ya deben haber pasado siglos, no entiendo por qué no llegas. ¡Las sombras de los árboles se alargan, se transforman y me entretiene imaginar en ellas muñecos que bailan para mi y… claro, si, es que no se me ocurre nada más inteligente.

Mi perro que corretea por el patio, salta y juega casi encima de mi.
¡Calmen ese perro que me pone más nerviosa! ¿no ven que me ensucia la falda? al parecer hoy todo me sale mal: la ducha helada, el pan se quemó, un tres en historia y ahora tú… seguro que vienes caminando lentamente.

Si, te escucho, la señora que conociste en el bus te dio el teléfono, ¡no digas que la vas a llamar!, si, es Adolfo que está hablando con la niña de la fiesta; ¿no hables muy largo, quieres? bueno, no importa, te espero… en fin, resignación. Te he esperado una eternidad de angustias, sigo sentada y hasta la ventana se ríe de mi.

Una pareja camina alegremente bajo el sol de mi calle, las sigo y soy feliz. ¡Quién pudiera ir riendo contigo de la mano! formar mil sonrisas en el trazo débil que es tu boca e inclinada en tus ojos, encontrarme.

Pero comparto tus ojos con la niña que conversa conmigo por las tardes, con la señora de la micro, el niño de las calugas y tantos otros. Creo que hasta el perro que me asusto cuando paseábamos por el parque, le has dado de lo tuyo más que a mi.

Pero te espero y las voces de mi casa se pierden en mi anhelo de encontrarte. Todo sería distinto si estuvieras conmigo.