Una realización de Lidia Mansilla Valenzuela y Humberto Lagos Schuffeneger.
Portada: Carola Peñailillo Pérez.
Fotografías Interiores: Foto Club Talcahuano.
Impreso por Taller del Libro. Junio, 2021.
ISBN: 978-956-9972-26-3.
Textos relacionados con las aves.
MENSAJERO
DIVINO: EL COLIBRI
Hay tantos, tan
bellos y tan enormes
alcanzando la
cima de los montes
o tan pequeños,
ínfimos, diminutos
casi no se ven.
Se parecen a
nosotros:
de formas y
colores diversos
con más o menos
plumaje
y sin embargo,
los miramos displicentes.
Despliegan sus alas y vuelan.
Nosotros,
alargamos
nuestros brazos
y creemos
alcanzarlo todo.
Silban y cantan,
se desplazan comunicándose.
Escapan de los
peligros, de los otros,
de casi todo.
¡Les decimos frágiles por eso!
Aves rapaces,
exóticas, zancudas,
las que vuelan y
las que no.
Y en medio de
tantos estás tú…
Colibrí
aventurero
sobrevuelas tus
colores.
Mensajero de lo
divino,
transformas lo
gris, produces el milagro.
Chocas tus alas
en tierra y te alzas, tocando el cielo.
Te mueves en tu
mundo y
vas y vuelves en
tu baile sin tiempo.
Te elijo a ti en
mi universo.
Y de mi hija Viviana Sandoval Urzúa el texto siguiente incluido en el mismo libro compilado:
EL
JILGUERITO
El jilguerito volaba, como todos.
Cantaba como todos… soñaba…
Sentía el viento entre sus alas y
pensaba que podía llegar donde quisiera.
Era un ave aventurera, vio muchos
cielos, vio muchas nubes.
Vio una noche unos ojos felinos y falló
su instinto.
El jilguerito cerró sus alas y bajó al
suelo. Que pequeño se veía al lado de este callejero.
Pero estaba prendado, quería
intentarlo.
El gato sintió curiosidad, simpatía por
sus patitas cortas y sus pequeños ojos.
Pero la curiosidad no ama, solo juega.
El jilguero sentía la emoción de estar
entre sus garras - pero ¡no eres una bola de lana, pajarito! -
Sus alas perdían plumas, pero este
deslumbrado pajarito no podía más que ver esos intrigantes ojos.
El gato se iba y el jilguero esperaba…
en el suelo.
Entre el polvo y las patas del gato,
olvidó el color del cielo.
Su nido quedó vacío, su bandada lo
extrañaba, pero el jilguerito se quedaba.
El jilguero ya no cantaba porque “si no
maúllas, te callas”, le decía el gato mientras paseaba indiferente.
Como pajarito, a veces intentaba volar,
pero el gato saltaba rapaz. ¿Sería un juego para él?
El jilguero, de tanto en tanto,
intentaba nuevamente volar, pero sus alas cada día pesaban más.
Cansado corría con sus patitas tras las
patas del gato. El gato no espera, no mira hacia atrás, solo camina
insolente.
Podrías volar jilguerito pero para eso
te tendrías que apartar...
El gato maúlla exigiendo lo que quiere,
cada vez que quiere. Ronronea cuando se quiere acercar y tú, pajarito, solo
debes callar. Y permanecer siempre.
¿Qué es un jilguero sin entonar sus
cantos entre la pradera? ¿Aún eres un jilguero?
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